INGRAVIDEZ
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Ingravidez,
eso es lo que sentía desde hacía un tiempo.
Su
cuerpo se elevaba sin oposición, como si en lugar de encontrarse en la tierra
estuviera en cualquier punto de la luna.
Aún
no lograba a entender como, pero en unos pocos minutos se había acostumbrado a
volar. Él, que siempre había tenido un enfermizo miedo a las alturas, o quizás,
más que a las alturas, siempre tuvo miedo a aquello que escapaba de su control.
Pero
ahora se encontraba sobrevolando la ciudad. Era maravilloso.!!
Pronto
algo llamó su atención, un grupo de personas arremolinadas junto a un hombre
vestido de negro que se dirigía afligido a la multitud.
Llevado
por la curiosidad se acercó para escuchar lo que decía el predicador:
-
…que su cuerpo
quede entre nosotros, pues su alma hace tiempo que voló y nos abandonó…
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